Alba de Arabia

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Si fuera un sabor, sería el del rambután maduro de la selva de Kalimantan.

Si fuera un color, sería el de marfil con una pizca de garanza, ocre y marrón.

Si fuera un libro, sería uno de fábulas de las mil y una noches.

Si fuera un aroma, sería el de la ropa limpia con un toque de sándalo y romero recién cortado.

Si fuera un poema, sería todas las poesías.

Si fuera un cuadro, sería una acuarela de Fortuny junto al mar de Sorolla.

Si fuera una danza, sería una bachata mezclada con un vals.

Si fuera una melodía, sería  bossa-nova y adagio con una voz dulce de Alabama.

Gracia de Grecia y Roma adornada de oriente.

Reposo de nómadas y caravasar.

Seda de la ruta de la seda.

Encantadoramente especial.

Petra a la intemperie.

Única.

¡Y que bonito hace al desierto!.

¡Y que bonito el Sol pintándola del color de la madera de haya y la vainilla dulce por las mañanas y de rosa y caoba al atardecer!.

¡Y que bonitos los camellos y los beduinos rondando sus columnas y vistiéndola con el movimiento de las túnicas con el aire y la luz de Arabia!.

Y que bonita …

Recuerdo que, cuando la vi, no paré de mirarla hasta que el Sol la mostró en todos los tonos posibles del atardecer y que me levanté antes de que el día empezará a iluminarla. Me senté delante de uno de sus templos y contemplé uno de los espectáculos más bellos que he observado nunca.

Fue una ilusión cumplida. Fidias y Samarkanda en un oasis. Fue ver el encanto de una obra humana rodeada del encanto de la Naturaleza. 

Y que indescriptible.

Y que bonita … Palmira

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