
A veces, las estrellas nos devuelven la melancolía, como una paloma que, mensajera, da aviso de recibo a su dueño y remitente.
No hay paz para quien lucha contra lo que no se olvida ni tregua para quienes se necesitan.
Menos mal que la poesía es analgésico para desangrarnos, circuito de la pasión, fuga de nuestras cárceles y transporte hacia los ojos cómplices de quien comprende sin necesidad de entender ni conocer.
Son las letras, tuyas o mías, abrigo cuando la intemperie acecha y parece alejarse el horizonte.
¿Nos leemos?